Me gusta escribir relatos cortos, poesía. Es una vena que me aparece de uvas a peras. Algunos de estos ya estaban publicados en www.morx.net pero creo que un blog es la mejor plataforma para añadirlos y actualizarlos cuantas veces desees...TODO LO QUE PUEDAS LEER AQUI ES PURA FICCION Y NO GUARDA NINGÚN PARECIDO O RELACIÓN CON HECHOS REALES. CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA.
martes, 11 de marzo de 2008
El chico de la moto (dedicado a Julian R.)
Miré por el retrovisor y lo vi, desafiante, mirándome fijamente a los ojos con esa expresión suya mezcla de tranquilidad e indiferencia. Era, "El Chico de la moto".Oí el ronroneo propio de las harlleys demasiado bien puestas a punto, aceleró y nos pasó, así de simple. Lo que más llamaba la atención de "el chico..." era su exagerada humildad. Todo lo hacía con gestos lentos, meditados, lo que parecía entrever un mundo interior en constante movimiento como si de un pato en un estanque se tratara, que por fuera parece tranquilo y sin embargo no deja de mover las patas para mantenerse a flote.
Ya en sus primeros pasos pudo elegir la gloria y la desechó tan humildemente como él solía hacer, con un simple "no", sabedor de que ese no era su momento para adelantar en la curva, él esperaría a adelantarnos en una recta, como de costumbre y buen motero que era. Ahora que lo pienso, nunca oí hablar al chico de la moto, eso le daba carisma, ni siquiera cuando recibía halagos de otros o sus buenas notas. Tan sólo emergía de su expresión seria una simple mueca de agradecimiento.
Aquello que el chico hacía era sorprendente, se creaban corrillos de gente para admirar su trabajo y como yo siempre quise parecerme a él, me convertí en su fan número uno. Incluso me regaló varias partes de su moto que aún conservo como oro en paño.
Las escenas de monotonía laboral se repetían y pasaron los inviernos y llegaron las despedidas. Todos sabíamos cuál iba a ser el destino de aquel que tiempo ha nos hubiera rebasado sin ni siquiera un gesto despectivo hacia nosotros.
El chico llegó a la colina hace ya tiempo y allí está sacando brillo a sus botas de motero, con sus gestos lentos y meditados-incluso para meterse el dedo en la nariz era todo un rictus de inexpresividad infinita-, mientras los demás nos afanamos en pisar a fondo el acelerador sin resultado alguno.
Hoy es toda una leyenda y me alegro y presumo de mi amistad para con él cuando les hablo a los demás de su carácter introvertido y de su exagerada humildad y me siento mejor si veo algún vídeo de Jimy Hendrix en la tele o de Mark Knofler como buen guitarrista que fue en sus ratos libres.
Chico... NO CAMBIES NUNCA.
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